Muchas personas pueden encontrar familiar la historia de vida de la señora A. Su historia comenzó con una compra aparentemente inocente: ella quería un iPhone. Contaba con algo de dinero ahorrado pero no quería gastarlo todo en un teléfono inteligente. Había solicitado un préstamo anteriormente y nunca tuvo problemas para cancelar la deuda.
La señora A decidió entonces solicitar $5000 en condición de préstamo a un usurero que constantemente le enviaba correo basura a su teléfono celular.
La señora A estaba muy feliz con su iPhone oro rosa, pero no esperaba los llamados acosadores que pronto estaría recibiendo en su teléfono. Cuando obtuvo el préstamo con un interés semanal de $1500, pensó: «realmente no parecía tanto, pensé que podía pagarlo sin problemas».
«…ME SENTÍA DESESPERADA»
Pero la señora A estaba equivocada. Le resultó difícil realizar los pagos que iban en aumento, y en poco tiempo, debía dinero a cinco usureros diferentes y a dos prestamistas autorizados.
Los usureros y los recolectores de dinero estaban siempre acosándola. La señora A se despertaba en medio de la noche con llamadas a su iPhone y cuando contestaba, siempre escuchaba amenazas e insultos.
«Uno de ellos hasta sugirió que comenzara a trabajar en la zona de prostitución para que pudiera pagar la deuda».
La señora A cayó presa de una depresión. Estaba muy avergonzada para recurrir a sus padres y pedirles dinero. Para entonces, las llamadas acosadoras se tornaron cada vez más frecuentes, y algunos recolectores hasta llamaban a su oficina. De alguna manera consiguieron el número de teléfono de sus padres y los llamaban también.
«Mi padre no me dirigió la palabra, luego de haber recibido varias llamadas en su teléfono de los recolectores de dinero. Me sentía enojada y triste a la vez, pero fundamentalmente desesperada».
Luego de haber comprador su iPhone, la señora A lo miraba con orgullo, ahora lo odiaba y culpaba por todo el estrés que estaba atravesando. La señora A ahora tiene una deuda de más de $40000, lo que representa ocho veces más la cantidad que originalmente solicitó como préstamo.
AYUDA A LA VISTA
Afortunadamente, le confió su problema a un compañero de trabajo que ella sabía había transitado un problema similar. El compañero le indicó que se dirigiera al «Centro de Asesoría en Deuda de la Asociación de Profesionales Contables», donde aprendió más sobre sus derechos como deudora.
La señora A continúa su relato: «me dijeron que dejara de pagar el préstamo a los usureros y que me enfocara en pagar a los prestamistas autorizados. Ellos me ayudaron a idear un presupuesto mensual para que pudiera cumplir con el plan de gerenciamiento de la deuda de manera más sencilla».
La señora A también concurrió a sesiones grupales de ayuda que le ofrecía el Centro. Encontró a otras personas como ella y se sorprendió de ver que no era la única que se sentía estresada y avergonzada por su situación.
«Estaba escuchando el relato de una chica que hablaba de suicidarse por el acoso que recibía, y yo recordé estar pensando para mí misma que debía también compartir mi experiencia porque el suicidarme definitivamente se me había cruzado por la mente en varias ocasiones».
Hoy, la señora A se encuentra reacomodando sus finanzas en forma lenta pero segura. Ya ha cancelado la deuda con uno de los prestamistas autorizados y está en camino de completar la amortización de deuda con el segundo prestamista.